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Veranos en invierno, en febrero te mato

domingo, 27 de enero de 2008

Erase una vez en Torcuato

En un principio era sólo una casa. En un principio ellos iban a quedarse un mes y se iban a emborrachar y por las noches iban a suplicar de rodillas que el fantasma dejara de fumarse sus puchos y de meter mano en todas y cada una de las cosas que escribían. El barrio era tranquilo y los fines de semana sus amigos no creían una palabra de lo que ellos les decían. Sus amigos hablaban de literatura y de suplementos culturales y no les prestaban atención cuando ellos tres bajaban al sótano y volvían con la mirada vidriosa y el cuerpo lleno de polvo como de carbón.

En la última semana nadie se animó a visitarlos.

La gente se cansa si uno se obsesiona con ciertos temas.

La gente te deja de lado si son temas que no los dejan dormir.

La dueña de la casa viajó a Catamarca y se ordenó en un convento. Los vecinos pusieron en venta sus propiedades y a los que preguntaban les decían que era porque se iban a un country o porque se agrandaba o achicaba la familia.

Una vez un periodista de un programa de cable vino a hacerles una entrevista. Los tres estaban en calzoncillos y tenían tatuajes con cruces rudimentarias y símbolos de un alfabeto que el periodista desconocía. Lo invitaron al sótano y el periodista no se animó a bajar. Se fue con unas grabaciones en crudo que en su programa nunca le aceptaron.

En abril sus familiares contrataron a un psiquiatra que perdió el habla al salir de la casa.

En mayo un amigo escritor fue a visitarlos con un exorcista. La cocina estaba llena de cucarachas y en el suelo del living había agujeros cargados de vodka y tripas de animales.

Su amigo decidió quedarse y el exorcista dijo que era inútil. Que era todo una gigantesca operación de prensa.

Una mañana, la casa se había dividido en dos.

Ya no crecía más el césped.







miércoles, 23 de enero de 2008

Presencias


- ¿Y que les pasa a esos limados?
- No sé, parece que hace tres días que dan vueltas por el parque y no reaccionan...
- Y bue, habrá que seguir buscando entonces
- Si vos seguí, igual para mí que no quedó nada
- Ya sé negrita, pero viste como es este con el paco...

martes, 22 de enero de 2008

en línea

che, decime la verdad? Estoy gorda?

dale, en serio
mirame, no te rías
estoy hecha una vaca
por eso podés contarme las costillas

así no voy a cogerme a nadie

pero no importa
por suerte el doctor me pasó una dieta fa-bu-lo-sa
hilo, aguja, y todas las temporadas de bulimic housekeepers
y alarma en la heladera
ah, y agua oxigenada
para que no se me infecte la boca


Supernova


Chicas en musculosa
bikinis sin grasa
anfibios que vomitan mojarritas
y cuerpos sin azúcar

trabajadores automatizados
camisetas negras

esperar al fin de semana para vivir un poco
tomar aire en la superficie

un asado en una quinta del conurbano
o alguna fiesta en un jardín oculto

babilonia en medio del infierno

palparme el bolsillo
y pensar qué me puedo comprar

tocarme el cuerpo flácido en el espejo
pensando a quién me puedo coger

cuánto me da por estas pantorrillas de turista senior de gesell?

masturbarse pensando en bólidos
confundir deseo con novedad
y hastío con necesidad

siempre fui menos de lo que pude ser
pero no nunca pude ser demasiado

la promesa del ácido
alguna revelación en una casa de don torcuato

activar el gen oculto
volverse un mandril
y apagar la neurosis



la ciudad como un laberinto de duelistas
donde todos desesperan
con cara de piedra
a que el otro presione redial

hacer asados en mi patio
una orgía con mesa de ping pong y vino patero
achuras no hay
cosas en común tampoco
pero no importa
tus padres van a morir de cáncer
y aburrimiento
igual que los míos

lunes, 21 de enero de 2008

Cursar en la Maestría



En el edificio de enfrente
una mujer nos mira
desde su comedor
mientras cambia de canales
y la cara se le pinta
de colores pastel

acá adentro
en la maestría
todo es rojo y negro y amarillo
puros
inyectores bien cargados

en buenos aires hay más estudiantes de cine que en la UE

conocí a un chico de Kentucky
quiso militar en el PTS
después se iba a cataratas
o a Brasil

los latinoamericanos que se anotaron en la maestría
se arrepintieron rápido
pero nosotros estamos contentos
porque ellos también
nos subsidiaron

un profesor setentista
repite algo que escribió en los 80
cuando todavía creía en algo
y robaba libros por corrientes
sigue siendo un gran orador
ahora se dedica
a aflojar bombachas
de psicólogas divorciadas
que en sus bibliotecas
junto a los libros de Gramsci
guardan Más Platon y Menos Prozac
aunque el Prozac
está claro
siempre es mucho más

Que nadie saque los pies del plato
carajo
dedicate un poco a hablar
de arte
y política

una profe de letras
dice
que en el apasionante campo de la comunicación y la cultura
sabemos que las cosas son más complejas de lo que parecen
y después presiona
para que terminemos rápido las tesis

una compañera
llega tarde a clase
y apenas se sienta levanta la mano
para decir
que el General Perón
abandonó al movimiento obrero
en 1973

ir a la maestría es aguantar que te digan “compañero”
que haga más frío adentro que afuera del aula
que te caiga bien un profesor que fue diputado del FREPASO
escribir en el cuaderno la palabra oligarquía
y quedarte dormido
antes de terminarla

salir a fumar al pasillo y que una chica
nerviosa
diga que tiene que defender a Husserl de los ataques de Adorno
o que el tipo que se sienta al lado
le pida al profesor que siga él
porque lo dice mejor

llegar a la maestría es ser recibido como un intruso
por los vecinos de constitución

escuchar que alguien habla mal de Borges
y ponerse contento
hasta entender
que hablan mal de Borges
por su origen de clase

es deber monografías y convencerse
frente al espejo del baño
en calzoncillos
que hacerlas
en verano
no está tan mal

jueves, 17 de enero de 2008

Las columnas de Hércules



Los tipos se vienen desde el centro de Africa, vaya a saber desde qué puto país, pagando colectivos con el poco dinero que ahorraron en sus miserables vidas tercermundistas. Miles de kilómetros hasta llegar por fin al estrecho donde dicen que un día elevaron dos columnas en honor a un semidiós.

Contactan al balsero, al que pagan tres mil euros por cruzarlos a España. Todo listo. Tres AM. Treinta africanos en una balsa dispuestos a atravesar catorce kilómetros de mar. Pueden hacer la cuenta: 90000 euros por balsa. Yo arriesgo mi pellejo por ustedes, les dice el balsero.


El viaje promedia. Las luces de Gibraltar cada vez más nítidas. De pronto el balsero les dice: lo siento, hermanos, pero parece que esta noche la Guardia Civil anda de gira. Y ya se lo advirtieron antes de salir: cualquier inconveniente a nadar como perritos.
Los africanos se tiran al mar sin salvavidas ni traje de baño, pero por las dudas, en el agujero del culo o debajo de las bolas, o entre los labios vaginales (hay dos mujeres) llevan sus documentos y unos pocos billetes europeos envueltos en bolsitas de plástico.


Carrera marítima por la superviviencia. Mientras tanto, el balsero vuelve a la costa africana a buscar los doscientos euros que va a pagarle la mafia de la inmigración. Algunos africanos resisten, otros se ahogan, otros comienzan con los primeros síntomas de hipotermia. Doce llegan a la costa donde la Guardia Civil les da la bienvenida. Por aquí, señores africanos. Los cargan en ambulancias y los asisten. Tienen suerte. Al rato tres de ellos mueren de hipotermia en el hospital. Al día siguiente: ¿Ya estáis bien? Pues ya no tendréis que viajar en una inmunda balsa.


Los siete africanos restantes suben a un barquito con asientos bien mullidos.
¡Que la paséis bien! Y saludos al balsero Mahaleb.

Paranoia al cuadrado


Playa paranoica




Un tranquilo balneario del sur de España puede convertirse en una pequeña prisión para un sinpapeles argentino. El lento descenso hacia las oscuridades de la paranoia, en medio de historias de ilegales que se entrecruzan bajo el sol y la playa del Meditarráneo. Los fantasmas familiares y políticos, el padre omipotente y un Estado paranoico que cierra las puertas a la inmigración. La ilegalidad como condición de existencia.